París sí que era una fiesta

Finalizado ya París era una fiesta del célebre Ernest Hemingway de editorial DeBolsillo. Este ha sido mi segundo libro del año (la reseña del primer libro llegará en unos días por razones que explicaré entonces) y lo cierto es que me ha encantado.

Llegó a mis oídos gracias a las recomendaciones de otros blogueros de libros y booktubers y me causó mucha curiosidad. A nosotros ha llegado una imagen del Hemingway más bohemio y aventurero, el paradigma del periodista que quizás, sobre todo cuando empiezas a estudiar la carrera, en parte te gustaría ser. En Hemingway se encuentran todos los tópicos de esta profesión que le dan un halo de romanticismo al hecho de ser periodista, que todavía hoy, a pesar de los pesares, los que no son periodistas comparten. Aunque nada más lejos de la realidad.

Sin embargo y si nos creemos lo que nos cuenta Ernest Hemingway, y yo lo prefiero así, parece ser que hubo un tiempo en el que los medios tenían corresponsales a los que les encargaban historias y hasta les pagaban. Aunque no mucho.

París era una fiesta es un libro autobiográfico que narra la vida del autor cuando estaba en la veintena y vivía en la capital de Francia donde trabajaba, primero como periodista, y luego como escritor. De hecho, pronto abandona en la historia sus vivencias como corresponsal para centrarse prácticamente en su ferviente empeño por escribir, sobre todo cuentos en aquella época, y publicar. Entonces también las revistas publicaban cuentos y hasta pagaban a los escritores.

La obra es un tiovivo en el que se mezclan sus vivencias, emociones y todos los personajes célebres de la época que conoció, como el escritor Scott Fitzgerald, la escritora Stein Gertrude y la propietaria de la célebre librería parisina Shakespeare and Co, Sylvia Beach.

pariseraunafiestaErnestHemingway

Nos acerca al París de principios de siglo XX, o al menos al que ellos vivieron. Un tiempo en el que Hemingway y su primera esposa vivían al día, sin más preocupación que qué comer y ahorrar para sus viajes a esquiar a la sierra austriaca o pasar el verano en España. Contrasta esa despreocupación, o ese sentido de la vida para disfrutarla y experimentarla, con la vida hoy en día, en la que desde muy jóvenes se nos dice que tenemos que tener trabajos estables, comprar una casa y hacer las cosas según una serie de pautas. Claro que en el libro él tenía 20 años y la vida se ve muy distinta a esa edad. También es cierto que en aquella época se impondrían seguro una serie de pautas pero Hemingway no quiso adaptarse a ellas.

Explica que pasaron estrecheces económicas pero no parece que eso le ensombreciera el espíritu. Habla sobre el París de la época, sus calles y plazas y sobre todo sus cafés, en los que se sentaba a escribir y que le servían de lugar de encuentro con amigos y otros escritores. No sé cómo era capaz de concentrarse en un café con gente entrando y saliendo y bebiendo vino está claro que fue más que capaz.

Lo cierto es que es un libro fácil de leer, que se devora, porque está escrito de forma directa, sin rodeos. ¡Qué voy a decir yo de la forma de escribir de Ernest Hemingway!. Porque interesa, o al menos a mí, cómo era su vida, cómo trabajaba y cómo se divertía (aquí los caballos, la bebida, los amigos y su querida esposa ocupan un lugar importante).

Ante la imagen de Hemingway de mujeriego y juerguista, aquí nos transmite lo enamorado que estaba de su esposa, al menos en la mayor parte del libro, la historia tan especial que tenían y esa compenetración de la que disfrutaban. Su mujer sale muy bien parada pero de otros personajes, como Fitzgerald y su mujer Zelda, nos llegan luces y sombras. De la segunda sobre todo sombras. Queda claro que no le tenía aprecio a la esposa de su amigo.

Y por encima de todo está París. Una ciudad a la que si ya tenía ganas de volver ahora tengo muchas más para vagar por los mismos lugares por los que vagaron ellos.

Una lectura amena, interesante y muy recomendable.

Año nuevo, nuevo blog

El 2018 ya está aquí y con él mi propósito para este año. Nace Miss Starbooks en wordpress porque en Twitter e Instagram (@starbooks_bl) ya llevamos unos meses dando la lata. Este es un camino que emprendo para animarme a leer más y para abrirme a nuevos géneros y autores pero como siempre es mejor caminar en compañía me gustaría que si os gusta leer os apuntéis a este viaje.

Por razones ajenas a mi voluntad no estoy actualmente trabajando en los medios de comunicación, salvo alguna colaboración, pero estoy estudiando un máster e idiomas y pronto comenzaré unas prácticas. Y es que de eso va este año. De nuevas metas y proyectos. De cambiar de vida.

Pero como una no puede pensar en una vida en la que no escriba ni una coma me he decido a poner en marcha el blog. Una idea que me rondaba hace años, aunque con otras temáticas, y que ya no he querido retrasar más.

Y como de libros va la cosa os cuento que empiezo el año con El Aleph de Jorge Luis Borges y París era una fiesta de Ernest Hemingway.

En el primer caso se trata del libro escogido en el Club Pickwick, un club de lectura online en el que se abordan libros anteriores a 1950. Esta iniciativa me viene muy bien para otro de mis propósitos de año nuevo: Leer más clásicos.

En cuanto a París era una fiesta es una propuesta de algunos booktubers y blogueros a los que sigo y que me llamó muchísimo la atención. Así que me he decantado también por esta obra.

El Aleph es una de las obras más representativas de Borges. Una colección de cuentos y relatos cortos. Creo que no leo nada de Borges desde el instituto (ya ha llovido) así que ya es hora de ponerme a ello. Además, dos de los 16 relatos están basados en hechos reales lo cual es sin duda un punto a favor.

Y siguiendo con la realidad precisamente escogí París era una fiesta porque son las memorias de los primeros años que Ernest Hemingway pasó en París, cuando empezaba en esto del periodismo, cuando aún no sentía el peso de su apellido. ¿No tenéis curiosidad por saber cómo era este Premio Nobel? ¿cómo conoció, por ejemplo, a Scott Fitzgerald? o ¿cómo era París en la década de los años 20? ¡Yo sí!

Espero que poco a poco nos vayamos leyendo. Vosotros mis posts y yo vuestros comentarios. Y que cuando acabe el año tengamos una lista de fantásticas lecturas que habremos compartido.

Feliz año a todos y felices lecturas.